
En varios momentos el escritor deja verse entre las líneas de esta novela. Por ejemplo: “Durante mi caminata por el gueto judío de Berlín, compré un par de periódicos nacionalistas judíos de Europa del Este”. En esta frase podemos ver como el escritor deja de narrar en tercera persona para dejar que el lector pueda verlo. También ocurre un caso parecido en: “Recuerdo que, siendo soldado, cuando nos anunciaban una parada breve (…) no nos quitábamos las mochilas sino que seguíamos cargando con ellas con una desgracia fiel hasta el tormento, como quien carga con un enemigo con el que se ha aliado para siempre.” En este caso podemos ver como el autor introduce vivencias personales para ofrecer más “color” a la crónica.
Roth intenta acercarse al lenguaje del lector introduciendo frases hechas o populares, como: “Si no, está uno más indefenso que un novio en el altar”, “Y tocan la mar de bien” o “Llevo una vida de perro”. Otra forma que utiliza el autor para acercarse al lector es escribiendo frases cortas, esto hace que cada uno de los relatos se lea cómodamente, además de la extensión de cada uno ellos, pues no superan las tres páginas.
Por medio de la descripción Roth intenta enamorar al lector. Le cuenta de la forma más minuciosa y dulce posible como es un objeto o situación de la vida diaria, al que muy probablemente nadie le ha llamado nunca la atención. Este el caso del semáforo: “Pero un buen día se encontró con una pequeña torre de metal, gris, con unos ojos grandes y redondos, aún cerrados, en la parte superior. Esos ojos, despidiendo unos destellos de colores, debían regular el tráfico de forma automática”.
Crónicas Berlinesas es una novela compuesta por pequeñas historias que ofrecen a quién lo leen una visión más profunda de la ciudad de Berlín de los años 20.
1 Comment:
Demasiados guetos juntos para pervivir. Pasó, lo que pasó, en los 30.
Post a Comment